5 | El psicópata ortográfico: «por que», «porqué», «por qué» y «porque»

«El psicópata ortográfico» 

Cierto día, la periodista Tatiana Páez fue a entrevistar al profesor Misari en su casa. Más precisamente, en su biblioteca. La periodista quería conocer detalles sobre el próximo libro que el profesor publicaría sobre redacción jurídica. Sin embargo, mientras las preguntas iban y venían, el profesor se detenía a explicar los errores ortográficos y gramaticales que muchos abogados suelen cometer al redactar.

En un momento de la entrevista, el profesor comentó:

—Son muchas las personas que no saben cuándo emplear correctamente las formas por qué (con tilde), por que (sin tilde), porque (junto, sin tilde) y porqué (junto, con tilde).

—¿Y eso a qué se debe? —preguntó Tatiana.

—La razón principal es el desconocimiento del uso adecuado de cada una de ellas. Pero ¿sabías que hubo un hombre que mataba personas solo por el placer que eso le producía?

—¿Y eso qué tiene que ver con el tema? —preguntó, desconcertada, la periodista.

—Resulta que este asesino no era cualquier sujeto que anda suelto por la calle. Era un profesor de gramática y ortografía, un profesional de la escritura. Lo atraparon un sábado por la tarde mientras compraba libros en una feria. La policía ya seguía sus pasos desde hacía algún tiempo.

—¿Un profesor de gramática y ortografía era el asesino? —insistió Tatiana.

—Sí, así es. Pero ¿sabes qué fue lo curioso, lo realmente anecdótico?

—¿Qué cosa, profesor?

—Cuando comenzaron a interrogarlo sobre el por qué mataba personas, él no dijo una sola palabra. En lugar de eso, respondió por escrito. Y lo hizo empleando los cuatro: porqué, por qué, porque y por que... no solo de forma correcta, sino impecable. El capitán de policía que lo interrogaba le formuló la siguiente pregunta:

—¿Por qué lo hiciste?

El asesino tomó papel y pluma y escribió su respuesta:

—Hace tiempo que no mato a alguien; ese es el motivo por que quiero matar hoy.

El capitán leyó la frase, perplejo ante la frialdad del sujeto. Aun así, prosiguió con el interrogatorio:

—¿Matas porque te pagan o por qué lo haces?

—Me gusta matar. He ahí el porqué quiero salir a matar.

—Pero ¿por qué quieres matar?

—Me preguntas: “¿por qué quieres matar?”

—Así es —respondió el capitán.

—Simplemente lo hago porque me gusta.

Una vez que el capitán terminó de leer la última respuesta, el profesor de gramática se abalanzó sobre él y lo estranguló con tal fuerza que lo mató. De inmediato, los otros policías que estaban fuera de la sala de interrogatorios ingresaron, redujeron al asesino, lo esposaron —con triples esposas— y lo trasladaron a una celda.

Uno de los agentes recogió las notas que el asesino había escrito y se las guardó en el bolsillo. Al terminar su turno en la comisaría, llevó consigo ese papel a su casa. Al llegar, lo primero que hizo fue mostrárselo a su esposa. Ella quedó impactada… pero no tanto por la brutalidad del crimen, sino porque se dio cuenta de que los usos de por qué, por que, porque y porqué eran correctos.

—¿Y cómo supo la esposa del policía que estaban bien escritos? —preguntó Tatiana, intrigada.

—Por dos motivos: primero, porque ella es profesora de Redacción General; y segundo, porque fue la exenamorada del asesino, en los años en que ambos estudiaban Lingüística en la universidad. Pero eso… jamás se lo comentó a su esposo.

Fin

Cuento escrito por David E. Misari Torpoco
Abogado y docente de Redacción Jurídica
Escrito el 12 de noviembre de 2021





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