303 | ¿Por qué un abogado debe aprender y estudiar filosofía?

 


Cuando uno estudia la carrera de Derecho uno de los cursos que se lleva es el de Filosofía. Posteriormente, se lleva también Filosofía del Derecho. Durante esta etapa, son muchos los estudiantes que consideran a este curso como innecesario o «aburrido», sin pensar que es un curso elemental para su formación como futuros profesionales.

Por otra parte, algunos abogados que deciden estudiar un posgrado, esto es, una maestría o un doctorado en Derecho, también llevarán el curso de Filosofía del Derecho (aunque claro, esto depende mucho de la universidad donde se decida estudiar la maestría o el doctorado). Para esto, analicemos el siguiente ejemplo:

1.      Un abogado que se encuentre cursando una maestría y le toca llevar el curso de Filosofía del Derecho.

2.      El profesor de su curso empieza a hablar sobre la noción filosófica del concepto de Derecho de Herbert Hart y luego, en otra clase, sobre la escuela neokantiana del derecho.

3.      Si el alumno no tiene una buena base en el estudio de la filosofía y, previamente, no ha leído y estudiado la filosofía de J. Austin, Wittgenstein, J. Bentham, Kant y Hobbes, difícilmente podrá entender los estudios filosóficos de Herbert Hart y la noción conceptual de la escuela neokantiana del derecho (incluso, no podrán saber que existe otra postura respecto a esta última que es la escuela de Marburgo).

Solo por tocar un ejemplo. Es por esto que para muchos abogados (que no tienen una buena preparación en el estudio de la filosofía), simplemente leer de manera directa un texto de filosofía del derecho les resultará algo pesado.

Entonces, ahora, la pregunta sería ¿por qué un abogado debe aprender y estudiar el curso de Filosofía del Derecho? Para responder esta pregunta, primero debemos saber que, sin el estudio de la filosofía (esto es, sin una buena base en filosofía), no se podrá entender o comprender al 100 % los temas que se abordarán en la materia de Filosofía del Derecho.

Los abogados deben aprender y estudiar filosofía no como un lujo intelectual, sino como una necesidad práctica y ética. Así pues, el estudio de la filosofía proporciona las herramientas críticas y conceptuales necesarias para comprender el derecho más allá de sus formas externas o técnicas (más allá de las normas e incluso la jurisprudencia). A continuación, ofreceré cinco posibles respuestas que he concebido, pero se recuerda que pueden existir otras.

En primer lugar, se debe entender que el derecho es una construcción filosófica antes que una construcción técnica. El derecho no es solo un conjunto de normas escritas, sino una manifestación concreta de ideas filosóficas que engloban conceptos sobre la justicia, libertad, poder, igualdad, orden y deber. Estudiar filosofía permite al abogado entender de dónde vienen esas ideas, cómo han evolucionado y por qué importan.

Ejemplo 1: Para entender los conceptos de justicia, libertad, poder y deber, se recomienda leer los Diálogos de Platón y la obra Ética a Nicómaco de Aristóteles.

Ejemplo 2: Las ideas de Locke, Rousseau o Hobbes sobre el contrato social están en la base de las constituciones modernas. Un abogado que desconoce esto, desconoce el alma del derecho que aplica.

En segundo lugar, un abogado debe ser consciente de que el estudio de la filosofía desarrolla el pensamiento crítico y argumentativo. Esto significa que, un buen abogado no solo necesita saber leyes o aprender de memoria los artículos de los códigos, sino razonar con precisión, detectar falacias, evaluar argumentos complejos, saber cómo interpretar una norma y construir discursos persuasivos. Y como bien lo aprendimos de Cicerón, estas habilidades son, esencialmente, filosóficas.

Ejemplo: Un abogado que ha leído a Kant, a Aristóteles o a Habermas puede comprender mejor la estructura lógica de un argumento y aplicarlo en un juicio o un escrito jurídico.

En tercer lugar, considero que un abogado no debe ser un técnico ciego ante la injusticia. Bien sabemos que el derecho puede convertirse en un instrumento de injusticia si se aplica sin reflexión. En cambio, el estudio de la filosofía permite cuestionar críticamente las leyes vigentes, detectar sus límites morales y éticos, y promover reformas necesarias.

Ejemplo: Durante regímenes autoritarios, muchos abogados «cumplían la ley» sin cuestionar su contenido. La filosofía enseña a no obedecer ciegamente.

En cuarto lugar, el estudio de la filosofía ayudar a interpretar las normas en distintos contextos. Para ningún abogado es un secreto de que el derecho está lleno de conceptos abiertos y ambiguos como «justicia», «razonabilidad», «proporcionalidad» o «dignidad humana». Estos no se comprenden bien desde una perspectiva solo legalista, sino filosófica.

Ejemplo: ¿Qué significa «dignidad humana» en un caso de eutanasia? Un abogado sin formación filosófica puede carecer del marco conceptual necesario para abordar esta pregunta con profundidad. Ahora bien, si deseas entender desde una perspectiva filosófica y jurídica el concepto de «dignidad humana», te invito a revisar las obras del maestro Carlos Fernández Sessarego.

En quinto lugar, el estudio de la filosofía vincula al derecho con otras dimensiones humanas. Por si no lo habías notado, el derecho guarda estrecha relación con la política, la ética, la economía, la religión, la historia y otras disciplinas. De esta manera, la filosofía permite una visión interdisciplinaria y holística del fenómeno jurídico. Así, el abogado se convierte en un intelectual del derecho y no solo en un mero operador.

Luego de haber leído estos cinco puntos (recuerda que pueden existir más), considero pues de que un abogado que no estudia filosofía corre el riesgo de ser un técnico eficaz, pero éticamente ciego y políticamente ingenuo. En cambio, el abogado que incorpora la filosofía a su formación puede ejercer con conciencia crítica, sentido de justicia y profundidad intelectual.

Escrito por David Misari Torpoco
Abogado y docente de Redacción Jurídica y Filosofía del Derecho
21 de julio de 2025

 


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