Al redactar
una demanda, denuncia u otro escrito jurídico, algunos abogados suelen sostener
que lo más importante es el fondo. Y es cierto que el contenido sustantivo y
argumentativo del escrito tiene un peso decisivo en el proceso; sin embargo, no
debe olvidarse que la forma también resulta fundamental. El descuido en el uso
de la sintaxis, la ortografía (puntuación, mayúsculas y minúsculas,
abreviaturas, entre otros aspectos) y la gramática constituye una falta que no
debería encontrarse en un profesional del Derecho. Un abogado que escribe con
errores formales transmite descuido y resta credibilidad a sus argumentos,
incluso cuando estos sean jurídicamente correctos.
En efecto,
la solidez de un escrito jurídico no radica únicamente en la pertinencia de las
normas invocadas o en la coherencia de la argumentación, sino también en la
claridad y precisión de su expresión. La forma adecuada permite que el lector
—ya sea juez, fiscal, abogado de la parte contraria o cliente— comprenda el
mensaje sin ambigüedades ni confusiones. De este modo, el trabajo del abogado
no solo se mide por el conocimiento de la ley, sino también por su capacidad de
comunicar eficazmente.
Es por eso que, en la redacción jurídica suele
distinguirse entre forma y fondo, porque un escrito o documento
legal no solo debe contener argumentos sólidos, sino también cumplir con reglas
estructurales, estilísticas y técnicas. Analicemos estos dos aspectos.
1. Redacción de forma
Se refiere a
los aspectos externos, técnicos y de presentación del escrito. Tiene que
ver con la manera en que se organiza y expone el texto para que sea claro,
preciso y cumpla con las normas jurídicas y de estilo. Incluye:
- Estructura
formal: encabezado, destinatario, asunto, exposición,
fundamentos, petitorio, firma, anexos, etc.
- Lenguaje
y estilo: uso correcto de la sintaxis, ortografía,
puntuación, mayúsculas y minúsculas, siglas, abreviaturas y numeración.
- Claridad
y concisión: evitar circunloquios, redundancias o
ambigüedades.
- Tono
adecuado: objetivo, técnico, respetuoso y conforme al
registro formal jurídico.
- Presentación
material: márgenes, interlineado, numeración de folios,
citas, pie de página, cuadros, índices.
En resumen:
la forma asegura que el documento sea ordenado, entendible y válido
en su apariencia y presentación. Esta es la razón por la que algunos abogados
deberían esforzarse y preocuparse un poco más por estudiar redacción jurídica y
lenguaje jurídico (escrito). En nuestro libro de Redacción jurídica (Lex & Iuris, pp. 29 y 100) encontrarás claramente
los temas que se aprenden en lenguaje jurídico y redacción jurídica.
2. Redacción de fondo
Se refiere
al contenido sustantivo y argumentativo del escrito. Aquí lo esencial es
la construcción de las ideas jurídicas y la fuerza de la argumentación. Incluye lo siguiente:
- Exposición
de hechos: narración cronológica, coherente y precisa de
los acontecimientos relevantes.
- Fundamentación
jurídica: aplicación de normas legales, doctrina y
jurisprudencia pertinentes al caso.
- Argumentación:
desarrollo lógico y persuasivo que vincula los hechos con el derecho.
- Petitorio
o pretensión: lo que se solicita al juez o autoridad, de
manera clara y jurídicamente sustentada.
- Razonabilidad
y pertinencia: no basta citar leyes; se requiere justificar
por qué y cómo se aplican al caso concreto.
En resumen:
el fondo asegura que el documento sea sustantivamente sólido,
persuasivo y jurídicamente correcto. Se entiende, que la mayoría de
abogados dominan la redacción de fondo, razón por la que, deberían preocuparse
más por mejorar o capacitarse en la redacción de forma.
3. Conclusión
- Forma = cómo
se escribe (presentación, estilo, sintaxis, ortografía, corrección).
- Fondo = qué
se escribe (hechos, fundamentos, argumentos, pretensiones).
El equilibrio entre forma y fondo en la redacción jurídica es comparable a la
relación entre el contenido de un
argumento y el vehículo que lo transporta. El fondo es la sustancia
—los hechos y fundamentos legales—, pero la forma es el medio que asegura que
esa sustancia llegue con claridad, precisión y fuerza persuasiva al receptor.
Un escrito con errores formales puede generar dos problemas graves:
1. Desconfianza
profesional:
un juez o autoridad puede interpretar los errores como falta de rigor o
descuido en el trabajo.
2. Riesgo
procesal:
ciertas incorrecciones de forma (errores en denominaciones, plazos,
numeraciones, citas legales, etc.) pueden afectar la validez o eficacia del
escrito.
En conclusión, ambos son importantes (uno no está por encima de otro). Un abogado competente debe dominar no solo el qué decir, sino también el cómo decirlo, porque ambos aspectos se
complementan y garantizan la calidad del documento jurídico.
Escrito por David Misari Torpoco
Abogado y docente de Redacción Jurídica y Administrativa
24 de agosto de 2025
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